
La administración de Alberto Weretilneck consideró que en gran parte la derrota de las PASO, que relegó al oficialismo provincial al tercer lugar, tuvo que ver con el proyecto de factura china, la polémica planta nuclear prevista para Río Negro, o por lo menos atendió a dirigentes de Juntos Somos Río Negro (JSRN) que esgrimían este argumento, y por eso cortó de un golpe el nudo gordiano y anunció oficialmente su decisión de rechazar categóricamente la instalación del emprendimiento en territorio rionegrino.
La actitud del mandatario marca una posición encontrada con el gobierno nacional que podría significar un paulatino distanciamiento con la gestión del presidente Mauricio Macri en el avance de la campaña proselitista hacia los comicios generales de octubre.
Debe tenerse en cuenta que en reuniones de los estamentos gubernamentales y partidarios de JSRN realizados recientemente en Viedma, se resolvió como estrategia profundizar las críticas a la administración nacional de Cambiemos para establecer una nítida diferenciación, y profundizar el carácter federal de su propuesta.
Nadie ignora que la jugada tiene sus riesgos, pero se impone la obligación de quebrar la inercia de los resultados electorales que indican y exigen una reacción para abandonar el tercer lugar detrás del FvP y Cambiemos, revalorizar el mensaje partidario hacia la ciudadanía con contenidos más contundentes, y retornar al centro de la escena política.
No faltan en JSRN quienes piensan, aunque no lo manifiesten, que esta escalada pueda afectar en extremo los vínculos con el poder nacional y dificultar auxilios financieros o autorizaciones para ingresar a los mercados de capitales, imprescindibles para llevar adelante importante proyectos provinciales.
El mandatario provincial arribó a esa conclusión por su propio análisis y aportes de su núcleo más íntimo, integrado entre ellos por el vicegobernador Pedro Pesatti, legisladores y otros dirigentes.
En esa instancia del poder se dio a entender que el muy magro resultado electoral que comprometió las proyecciones del partido oficial para octubre, obedeció en un alto porcentaje al rechazo comunitario de la usina nuclear, principalmente en el área atlántica.
Sin embargo puertas adentro hay conciencia de fallas en acciones de gobierno y deméritos en la construcción política que todavía no cayeron bajo el implacable foco de la autocrítica -mas allá de algunas declamaciones-, pero sí en la certera mirada del propio Gobernador, que en esta etapa a octubre volverá a ocupar la primera fila de la confrontación proselitista.
En ese sentido la frase de Weretilneck “háganse cargo los que no laburaron” (en la campaña) tuvo claros destinatarios con nombres y apellidos.
Weretilneck informó sobre la resolución oficial del rechazo al ministro de Energía de la Nación, Juan José Aranguren, subrayando “la posición indeclinable para que se descarte el proyecto en Río Negro por carecer de licencia social”.
El mandatario omitió cualquier referencia en su misiva a los efectos negativos -muy difíciles de precisar en su volumen- del futuro emprendimiento en el escaso rendimiento electoral del partido oficial que preside.
Pero puso énfasis en cuanto a que la decisión obedeció al respeto del gobierno en la voluntad popular expresada a través de distintos sectores que se habían mostrado refractarios al asentamiento en la región.
Habrá que apreciar todavía si este epílogo a la sumatoria de noventa días de prolíficos acontecimientos en torno a la planta nuclear, convertida en una auténtica manzana de la discordia, es definitivo o ingresará en alguna otra instancia, aunque por ahora surge como irreversible.
Un punto aparte en esta historia que configura un inicial contrapunto con las autoridades nacionales que nadie sabe todavía por qué carriles transitará, es la situación planteada en Sierra Grande.
Allí la gestión del intendente Nelson Iribarren a favor de la localización, cuando se descartó la zona de Viedma, promovió una generalizada expectativa favorable que se había traducido en unas cinco mil firmas de apoyo.
Se pudo conocer que en la jornada anterior al anuncio del rechazo, Weretilneck se anticipó e informó a Iribarren en el curso de una comunicación telefónica de tono respetuoso pero tenso.
El jefe comunal manifestó su disconformidad con la medida, por el giro copernicano del gobernador, y ratificó su posición de seguir avanzando para que la planta nuclear se instale en Sierra Grande, pagando los costos políticos que fuere necesario.
Iribarren informó también de la misma actitud al ingeniero Julián Gadano, Subsecretario de Energía Nuclear de la Nación, e inició consultas con abogados para considerar la posibilidad de hacer valer la autonomía municipal para reclamar que la planta se instale en un punto geográfico del ejido municipal y el derecho que le otorgarían los miles de firmas que avalan la iniciativa.
A su vez, el diputado nacional de Cambiemos, Sergio Wisky cuestionó la decisión de Weretilneck, afirmando que “un gobernador responsable no puede decidir sobre temas tan importantes porque le faltan cinco votos. Este no es un tema municipal, es un problema de Estado”, aseguró.
En declaraciones a la corresponsalía de Bariloche del diario “Clarín”, Wisky indicó que “la caída en los votos de JSRN fue por los resultados de la administración Weretilneck y no por la planta nuclear”. “Habrá que esperar hasta octubre que el panorama se aclare y se produzca la llegada de otros actores a la política rionegrina”.
Para los observadores, Wisky inauguró así, por anticipado, un tiempo de crecientes enfrentamientos de Cambiemos con JSRN, como partes de una contienda electoral ríspida y sin retrocesos por la candidatura del diputado nacional que le seguirá a María Emilia Soria.
Todo indica que el oficialismo rionegrino marcha hacia una inquietante confrontación con quienes ocupan actualmente la Casa Rosada y sus representantes vernáculos en busca de una rehabilitación electoral que mejore sus chances hacia el futuro.