
A navegar con las criaturas del océano
El 31 de este mes termina la temporada de avistaje embarcado de ballenas
La brisa pega en la cara, trayendo de quién sabe dónde un aroma de flores que se funde con el olor del mar. El aire es cálido y, aunque el sol está pleno, acompaña sin agobiar.
La postal se completa con una sucesión de olas mansas, que difunden su espuma a medida que el bote semirrígido avanza. Por un momento, la imagen es tan tranquila que pareciera que navegásemos tratando de dar con ese punto en el que agua y cielo pasan a ser lo mismo.
Pero no. Una ebullición rápida lo invade todo. Y ahora las burbujas estallan, mostrando nítida la figura de una ballena, que respira a metros de la nave.
Por eso embarcarse era importante. No sólo para gozar de la navegación en primavera, que tiene un encanto especial. Había que aprovechar los últimos días de la temporada de avistaje embarcado de cetáceos y otros mamíferos marinos.
Es que hasta el 31 de este mes la especie más admirada podrá verse. Después, será casi imposible apreciarla hasta principios de agosto del año que viene. Aunque siempre estará vigente la posibilidad de deleitarse con el resto de la fauna marina. A saber, los delfines comunes y oscuros, los lobos de uno y dos pelos, pingüinos y avifauna que habitan en el golfo San Matías. Esos que tienen su casa aquí y siempre se dejarán ver, volviendo inolvidable cualquier salida al mar.
Para navegar hay que dirigirse hasta el Puerto San Antonio Este, ubicado a 65 km de Las Grutas por Ruta 3. Al llegar hay que acceder al Mirador Norte, donde funciona un parador llamado Serena que, además de permitir saborear algo rico, es la base de operaciones de las firmas que ofrecen la actividad.
Los botes parten con un máximo de diez pasajeros y los paseos se extienden por casi dos horas.
El capitán de la embarcación entrega los chalecos salvavidas y, una vez que todos lo aseguran a su pecho, es momento de partir.
Navegando por el interior de la bahía San Antonio hacia Punta Villarino, lo primero que se ve es el muelle en el que operan los barcos, que se muestran escoltados por muchísimos lobitos marinos, siempre atentos a que salte algo de pescado fresco.
Es el primer punto en el que los flashes se disparan, aunque habrá muchas más escenas para compartir. Entre ellas, las gaviotas y pájaros que recortan sus alas del cielo despejado de primavera. Un bello contraste al que más de un fotógrafo aficionado no se resiste.
La nave sigue su curso y, antes de que sorprenda otro grupo de lobos que tienen su colonia en Villarino, los delfines se ganan las miradas. El comportamiento receptivo de la especie, que se muestra curiosa y no evita acercarse, despierta la simpatía de todos.
Poco antes del regreso otra ballena aparece. Se trata de un ejemplar solitario, que sale del mar y vuelve a zambullirse, permitiendo que el grupo se vaya con esa foto icónica con la que muchos soñaban: la cola en forma de V, brillando contra el fondo marino.
Al llegar a la costa el regreso suma otro atractivo: compartir algo rico en el parador, que ofrece servicios de cafetería.
un máximo de diez pasajeros y los paseos se extienden por casi dos horas. Parten desde Mirador Norte, en San Antonio Este.
para tener en cuenta