
La fe es lo que más crece entre la gente del Valle Medio
Se estima que sólo las iglesias evangélicas llegan casi a un centenar
Las mujeres se paran en la esquina de un barrio de Choele Choel. Son alrededor de una docena, visten de manera similar: polleras largas, pelo recogido, con revistas en las manos. Poco después se acercan dos hombres de traje y se dividen en parejas. Comienzan a golpear puertas. Se abren pocas. Y a quienes los reciben les ofrecen una revista con mensajes religiosos. Pertenecen a uno de los tantos grupos religiosos del Valle Medio.
La escena se repite en todas las ciudades de la zona. La prédica llega a todos los rincones de esta comarca.
En la zona, el crecimiento se ha dado de manera permanente en los últimos años. Y eventos donde se reúnen centenares de personas se repiten cada vez con más frecuencia.
Por caso, en Luis Beltrán con la organización de iglesias de esa ciudad el mes pasado se presentó en el polideportivo municipal el grupo Miel San Marcos. Asistieron alrededor de mil personas. La banda es tan importante en la escena evangélica que se presentó en sitios como el Madison Square Garden o la Arena de México. Pocos días antes, otra congregación religiosa llenó las instalaciones de Bomberos Voluntarios en Choele Choel. En este caso se menciona que habrían concurrido cerca de 400 personas.
Es común ver, ahora, pasacalles con anuncios como “el apóstol tal o cual se presenta en el Valle Medio”.
Estas iglesias evangélicas se han convertido en un fenómeno en constante expansión en una zona donde el catolicismo tuvo un peso propio importante que marcó la historia de las ciudades de la comarca.
Hoy, muchas personas comienzan a abrazar la fe a partir de estas asociaciones o fundaciones, como se las menciona en la ley.
Los datos brindados desde los municipios sostienen que en la comarca hay cerca de un centenar de templos de mayores o menores dimensiones. Pero se aclara: “Hay muchas que ni siquiera sabemos que existen porque funcionan en casas o lugares pequeños”, como sostuvo un funcionario municipal de Choele Choel.
Calcular la cantidad de personas que participan activamente en estas congregaciones es complicado. Hay templos que pueden llegar a tener una asistencia cercana a las 400 personas durante una ceremonia, como es la Iglesia Menonita que funciona en Choele, o algunas no llegan a la veintena.
A principios del milenio, se calculaba que en Alto Valle los fieles evangélicos activos representaban casi un 5% de la sociedad, algo similar sucedía en el Valle Medio. Pero estos números sólo con ver cómo se han multiplicado los templos tienden a variar de manera considerable.
La prédica se multiplica no sólo en las calles y en los templos. En la zona hay al menos 3 radios y la televisión por cable tiene 3 señales que reproducen su mensaje de manera continua las 24 horas. Además se ha multiplicado la publicidad callejera: pasacalles y afiches anuncian “campañas de milagros”, “visita del apóstol”, etc.
Los datos ciudad por ciudad, aportados por los municipios, marcan que: en Choele Choel hay más de 30, en Darwin 7, en Pomona 2, en Lamarque 17, en Beltrán 12, en Chimpay 11 y en Coronel Belisle 18 aproximadamente. El total es de 97. “Para la zona que es puramente católica es una concentración muy grande que ha crecido mucho en los últimos años”, dijo una ferviente fiel católica.
La zona tiene marcas católicas muy importantes, desde las simbólicas hasta aquellas concretas que han marcado, y aún marcan, a los pueblos de la zona. Ceferino Namuncurá se ha convertido en un ícono del catolicismo no sólo en la provincia sino en todo el país. Por otra parte, funcionan dos colegios católicos en Luis Beltrán. Sin embargo, la presencia de sacerdotes ha ido mermando. En toda la zona hay tan sólo 4.
En localidades chicas como en Belisle los fieles de las iglesias evangélicas suman el 50% de la población. “Creo que tenemos una iglesia por cuadra y en algunas hasta tres”, sostuvo el intendente de la localidad, David Mendoza.
Daniel Herrera es presidente de la Pastoral de Valle Medio, que reúne a una importante cantidad de iglesias evangélicas, y pastor de la Iglesia Bautista de Luis Beltrán. Sostiene que el promedio en Río Negro de fieles es de 45 personas por cada 1.000. Y que en la provincia hay habilitados un total de 400 pastores.
Las iglesias han dejado de tener un rol exclusivamente religioso, es así que tienen impacto en lo social y hasta en lo político. De hecho, Herrera fue uno de los primeros en propiciar la llegada del Pro a la zona, aún cuando Mauricio Macri no era presidente.
En lo social, las congregaciones tienen desde merenderos, jardines de infantes, hasta participación en políticas públicas, como por ejemplo en Choele Choel, donde dos iglesias participan activamente del Centro de Día, fundado por la comuna, para trabajar con chicos en riesgo o adicciones.
“Esta es una generación nueva, de la comunicación, más abierta”, mencionó Mariano Canosa, pastor de la Iglesia Renuevo del Cielo, y es por ello que muchas de estas congregaciones han roto las barreras que las separaban y ahora incluso comparten talleres de capacitación de distintos temas. De hecho, días atrás 40 pastores de distintas iglesias se habían reunido en Choele. “El año pasado cuando vino a predicar el pastor Anacondia llegamos a juntar 8.000 personas, y trabajaron 400 voluntarios de distintas iglesias”, sostuvo Canosa.
Aunque admiten que algunas iglesias siguen siendo más “extremas” en las exigencias a los fieles. Y marcan la diferencia cuando sostienen que “hay algunas que están en el límite entre ser una iglesia o una secta. Porque
–además– no tienen relación con otras congregaciones”, indicó un pastor choelense.
El crecimiento de las iglesias evangélicas, que se vive a nivel nacional, es un fenómeno multicausal: la cercanía, la identificación, un trato amable e involucrarse en la vida cotidiana de los fieles desde distintos ámbitos son algunas de ellas.
Débora Olmos es profesora y tiene cerca de 30 años. Vive desde pequeña congregada en una iglesia de la localidad de Lamarque.
“Somos alrededor de 20 personas adultas que nos congregamos en una iglesia de Lamarque. Yo empecé desde muy chica, en realidad nací al igual que mis hermanos en el evangelio. Mis papás, cuando se trasladaron desde el norte del país hasta acá, lo primero que buscaron fue la iglesia. Y recibieron todo el apoyo por parte de ellos. Es el movimiento Cristiano y Misionero. Se nos consagra desde chicos”.
Agregó que “creemos que cada uno es dueño de creer en lo que le parece conveniente. Nosotros no coincidimos en la forma en que se toma a Dios en otras religiones. Para nosotros más allá de hacer las cosas bien para el prójimo es importante congregarse y no hacer las cosas que comúnmente hace el mundo. Esto de ir al boliche, de ir a tomar, de fumar, son cosas que se nos vienen enseñando desde chicos, que no está permitido”.
Gran parte de los feligreses evangélicos toman la actividad que desarrolla su religión como si fuese un trabajo, algo poco frecuente en otras corrientes cristianas. “Nosotros somos una familia y trabajamos como si fuéramos una familia. A mi me gusta trabajar para mi iglesia. Es un trabajo social, todos los sábados concurren a la escuela bíblica 20 chicos. Y se hacen muchas cosas por ellos”.
“No es un trabajo lo que hacemos. Tenés muchas satisfacciones como la sonrisa de un chico o como se va levantando entre todos la iglesia. Nuestro pastor es albañil, y no vive de la iglesia.