Una ley destinada a establecer lineamientos para crear un sistema destinado a la protección de personas que vivan en la calle o en situación de indigencia propuso la legisladora Soraya Yauhar (UCR).

El proyecto, que toma rasgos del presentado anteriormente por su correligionaria, Cristina Uría (mandato cumplido), estriba en el “reconocimiento integral de los derechos y garantías consagrados en la Constitución Nacional, los Tratados Internacionales sobre Derechos Humanos en los que el Estado Argentino sea parte y la Constitución de Río Negro”.

La iniciativa delega en el Ministerio de Desarrollo Social la asistencia de los carenciados a través de  una red de organizaciones de la sociedad civil, reconocidas por el estado y dedicadas al tratamiento de la temática.

La cartera rionegrina deberá crear e incluir dentro del Sistema centros de contención y albergues diurnos y nocturnos dependientes del Gobierno Provincial, en convenio con los municipios o dependientes de Organizaciones No Gubernamentales.

Asimismo tendrá que subsidiar organizaciones no estatales que atiendan y sostengan algunos de los centros de contención y albergue.

Para ello efectuará un relevamiento de las personas o grupos considerados en situación de calle y en riesgo de estarlo.

Además se le encomienda acciones concretas en aspectos preventivos de salud, asistencia psicológica, contención humanitaria, refugio habitacional, y de reinserción a la comunidad.

Todo lo deberá efectuar en forma coordinada con los municipios de la provincia, realizando en forma conjunta tareas de contención y articulación.

Motivos sociales y psicológicos

Entre los fundamentos, Yauhar advierte que en el mundo “se agudiza la cantidad de desprotegidos, de ciudadanos que no pueden cubrir sus necesidades básicas”, y resalta “la postura egoísta de una parte de la sociedad que no reacciona ante la necesidad del otro”.

Sostiene que el crecimiento demográficos junto a la globalización, “han acentuado la marginación de personas sin hogar con una marcada exclusión social, lo que las lleva a verse impedidas de reinsertarse laboralmente así como de reconstruir lazos familiares y sociales”.

Tanto el país como la provincia “no son la excepción”, agregó.

La legisladora también resalta una descripción sobre el estado psicológico de las personas que se entregan al abandono, detonadas por lo que la ciencia denomina “sucesos vitales estresantes”.

Se trata de experiencias que involucran que pueden y suelen caracterizarse por tres rasgos:

• Son encadenadas; es decir, una ruptura puede conducir a otra. Por ejemplo, la pérdida del trabajo puede provocar que la persona pierda los lazos familiares o, a la inversa, una fuerte ruptura familiar (por una muerte, una pelea, un maltrato, una adicción) lleva a la persona a perder el trabajo por no poder realizarlo correctamente debido a sufrir una profunda depresión.
• Son traumáticas; Provocan un alto sufrimiento psicológico en la persona, de manera que su voluntad puede verse de tal manera debilitada que no encuentra motivación para volver a rehacer sus lazos y llevar una vida digna. Además, la vida en la calle suele agravar aún más esta apatía.
• Son bruscas; Puede que la persona haya vivido varios grandes traumas encadenados y alejados en el tiempo durante su vida, pero probablemente uno de ellos le lleva directamente a la calle. Es decir, vivir en la calle no es algo meditado, sino una solución precipitada para alejarse del dolor o la única opción tras ser expulsada de su lugar de residencia habitual.