
La primera casa frente al mar de Las Grutas
Balconea frente a las olas desde 1938
Hay rincones que remiten al pasado, y siguen perpetuando historias.
Uno de esos sitios se encuentra frente al mar, en Las Grutas, sobre la Avenida Costanera.
Se distingue por una placa que en 2010 fue impuesta por la comisión de asuntos históricos, durante uno de los festejos de cumpleaños de la villa balnearia, que se celebra cada 30 de enero.
“La placa conmemorativa fue colgada en el frente de una casa que está en la calle Costanera 105, pero sólo marca que en el sector se levantó, allá por 1938, la primera vivienda. La casita que hoy puede verse, en realidad, nada tiene que ver con esa primera construcción” recuerda Jorge López, que actualmente se desempeña en el tribunal de cuentas y 7 años atrás integró esa comisión que decidió situar un punto estratégico para el balneario.
El distintivo permite que, aún hoy, los nuevos residentes del lugar y los turistas conozcan las vivencias de que las se nutrió este espacio que, con el tiempo, llegó a ser uno de los destinos turísticos más convocantes de la Provincia.
Pero esto no era así en 1938. Lo único similar es la inagualable belleza de las playas, que por entonces, vírgenes y despobladas, eran el refugio preferido de los jóvenes de San Antonio.
Ellos eran los que se aventuraban a atravesar los kilómetros que hoy separan ambas plantas urbanas, como quien se apresta a vivir una travesía fantástica.
Uno de estos grupos estaba compuesto, entre otros, por Héctor Izco, Leopoldo Cabaleira Méndez, Fidencio Leal, Darío García Díaz, Andrés Ortiz y César Domínguez. Muchachos que, en ese año, apenas superaban los 20. Ellos fueron los que comenzaron a hacer acopio de materiales, y decidieron levantar una modesta construcción para tener un lugar en el que reunirse tras la jornada de playa y asado.
En esa época no estaban construídas las tradicionales bajadas hacia las arenas de la playa. Por eso, el descenso al mar era toda una travesía, una aventura que se emprendía no sin dificultades a través de improvisadas huellas.
Los detalles de esa colorida anécdota que dio lugar a la primera construcción con la que contó la villa fueron inmortalizados tiempo después por el propio Izco, en su libro “San Antonio Oeste y el mar, origen y destino”.
La colocación de la placa coincidió con la celebración del aniversario nª 50 del destino turístico rionegrino.
Hoy, es una referencia obligada para los que pasean por la costanera.Y una buena manera de conocer los secretos de una ciudad que creció también gracias a esis primeros aventureros que querían tener cerca el mar.