
Cuando la playa se convierte en una gran pista de baile
Jorge Da Rodda desde hace quince veranos dirige las exitosas clases en la playa de Las Grutas.
La música contagiosa invita a seguir los movimientos
que plantea el jocoso animador. No importa si hace calor, frío o corre viento.
En minutos, ante su convocatoria, una gran cantidad de entusiastas de todas las
edades se congrega al pie de la Primera Bajada.
Y comienza la fiesta. Los primeros en sumarse son las mujeres y los niños. Después aparecen los hombres, algunos con timidez al principio, aunque con el correr de los minutos lograrán liberarse.
Meneos de cintura de aquí para allá, una vuelta completa con la mano en la cadera, un paso adelante y otro atrás, algunos saltitos en el lugar y una buena dosis de aplausos cada vez que termina a cada momento incluyen la lista de instrucciones.
No es nada complicado acoplarse a la marea danzante, y lo demuestran quienes se acercan para sumarse, sin poder evitar seguir los compases de la canción.
Las clases de baile en la playa de Las Grutas ya son un clásico de cada verano, y lejos de perder vigencia son cada vez más numerosas.
Desde hace quince veranos, el neuquino Jorge Da Rodda es uno de los encargados de ponerle ritmo a la temporada grutense.
Todas las tardes, siempre que la marea lo permita, este profesor de aerobic congrega multitudes de veraneantes. Desde un balcón que se desprende de las escalinatas y con un potente equipo de audio, Da Rodda hace danzar a grandes y chicos sin distinción.
“Vamos a mover, arriba y abajo. Eso!!!”, exclama el conductor mientras abajo el público se desplaza sobre la arena copiando sus pasos que parecen impredecibles, aunque no mucho después alcanzarán una coincidencia que se parece mucho a las coreografías que se ven en los shows de televisión.
El secreto parece no estar solo en la música estridente y pegadiza sino también en la capacidad de Da Rodda para atrapar la atención. Su buen humor y salidas ingeniosas es otro matiz que emplea para hacer reír a la muchedumbre, y cuando interviene más de uno debe parar el bailoteo para liberar carcajadas.
Para completarla, cada tanto entrega obsequios que son aportados por los patrocinadores de la iniciativa, entre ellos los responsables del parador, quienes son los impulsores de su presencia aquí, y de otros comercios que se suman a la exitosa propuesta.
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