
Alquilar en las tomas: una opción barata pero lejos de los controles
En la zona oeste de la capital neuquina se consigue un lugar desde los $4.500.
“Lo barato sale caro”, dice el dicho, pero para muchos inquilinos en la ciudad es la única opción. Mientras los alquileres son casi imposibles en toda la ciudad y aumentan al ritmo de un 9,80% trimestral, muchos vecinos migran hacia el Oeste para conseguir un lugar donde vivir que se ajuste a sus salarios estancados.
El alquiler en las tomas no requiere de garantes ni gastos de ingreso, pero las comodidades que brindan son pocas y el último que tiene la palabra es el dueño del lugar.
Entre las calles de tierra hay construcciones de ladrillos que parecen cajas de zapatos mal apiladas. Allí los vecinos que alquilan están totalmente desamparados y quedan a merced de los propietarios. Los precios se ponen a ojo y si tienen hijos, no les quieren alquilar. En un barrio del Oeste desde los 2.000 pesos se puede conseguir una habitación para vivir, poco habitable, pero mejor que en la calle. Generalmente se trata de complejos de por lo menos ocho habitaciones con baño compartido.
“Cuesta mucho conseguir con los nenes. Por eso con mi marido tomamos este monoambiente. Nos cobran 4.500 pesos y tiene todos los servicios incluidos. Estoy hace tres años alquilando y la verdad más que esto no podemos pagar, así que tenemos que acomodarnos”, dijo Silvina Flores mientras juntaba las hojas del frente de su casa y sus cuatro hijos jugaban a la pelota a su alrededor.
En la ciudad, según una encuesta de la Unión de Inquilinos de Neuquén (UIN) hay 80.000 familias que alquilan y en la provincia son 130.000. En el centro, los departamentos de un dormitorio salen entre 12.000 y 15.000 pesos y los de dos habitaciones entre 15 y 18.000. En el Oeste, en cambio, un departamento bueno de un dormitorio sale entre 6.000 y 8.000 y de dos entre 8.000 y 10.000.
En los barrios, muchos dicen que cada vez se ve más gente preguntando por alquiler. Conseguir un lugar que se acomode a las posibilidades a veces es un milagro, pero otras se convierte en condena.
Fernanda López tiene 19 años y alquiló por Colón y Castelli cuando no pudo pagar más el lugar en el que vivía. Entró sin contrato por 4.500 pesos. El departamento tenía una habitación y una cocina chica pero cuando quiso dejarlo casi pierde todo lo que tenía.
“Tenía un medidor de gas para ocho departamentos y no se podía hacer ni un arroz, porque no tenía presión. Pero un día le dije que debía dejar el departamento y me cambió la cerradura y me pedía 20.000 pesos para dejarme sacar mis cosas”, contó Fernanda y agregó que lo pudo solucionar gracias a la intervención de la Unión de Inquilinos.
“No se regula en pleno centro, menos lo hacen en las tomas”, explicó Pamela Gaita de la UIN (ver aparte).
por 6.500 pesos. Tiene habitación, baño, cocina y comedor”,