
LA CIENCIA ESTÁ DE LUTO
Investigadores se manifestaron en la plaza de Viedma con pañuelos negros y lavando platos, ante los recortes presupuestarios a la ciencia
Hace dos años el presupuesto destinado para la ciencia giraba en torno al 1,6
por ciento del Producto Bruto Interno (PBI) y hoy ese porcentaje se disminuyó a
menos del 1 por ciento.
A su vez, hubo recortes de alrededor del 35 por ciento a los fondos del Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), dependiente del Ministerio
de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación.
Como si fuera poco, la creciente inflación y la devaluación de los salarios de
los científicos repercuten en los proyectos de investigación y sobre todo en la
formación de los becarios, quienes no cuentan con obra social, aportes
jubilatorios ni son reconocidos como trabajadores.
A raíz de la crisis que atraviesa la ciencia nacional, investigadores y
becarios se manifestaron este martes en la Plaza San Martín, la más popular de
Viedma, con pañuelos negros de luto. Allí, exhibieron ante el público un poco
de lo que realizan a modo de feria y desarrollaron una radio abierta.
Al concluir el evento, lavaron platos en recordación a la nefasta frase del ex
ministro de Economía Domingo Cavallo, quien mandó a lavar los platos a los
investigadores luego de un ajuste en la década del 90.
En Viedma se hace ciencia
El primer mito a desterrar es que la ciencia es una cosa de las grandes ciudades. Guadalupe Peter, investigadora del CONICET y docente de la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN) en Ciencias del Ambiente, habló en Noticias y dijo: “Hay un desconocimiento de la gente de que en Viedma hay investigadores del CONICET. Se sabe que hay investigadores en las dos universidades, pero por lo general la gente asocia al CONICET con lugares grandes como Bariloche, Capital Federal, Bahía Blanca y en realidad acá somos varios, con lugares de trabajo en las universidades”.
Asimismo, Peter criticó el menosprecio de las autoridades nacionales hacia la
ciencia: “La ciencia pública es una inversión, no es un gasto”, y explicó que
en la capital rionegrina hay 30 investigadores, de los cuales 22 están como
becarios.
Los proyectos, además, están anclados en la realidad de la zona y no se quedan
en un escritorio o en un libro cerrado. Entre los temas de estudio se hallan el
acceso al hábitat, políticas económicas, pueblos originarios, políticas de
género, alimentos y saneamiento del agua, extracción de metales y partículas
tóxicas del agua, la desertificación, el mal manejo del pastoreo, entre otros.
Ajustes que duelen
Respecto a la problemática de los recortes, Peter expuso: “Hay una problemática que tiene que ver con los subsidios de los proyectos, hay investigadores a los cuales se los financiaron y la plata todavía no llegó, desde hace un par de años que pasa eso. Lo otro es que nosotros somos investigadores en relación de dependencia con el CONICET, pero los becarios están en una situación de precarización laboral porque ellos no están en relación de dependencia, no tienen aportes ni reconocimientos del CONICET como trabajadores”.
También el acceso al CONICET para seguir investigando es un cuello de botella y
así lo detalló la especialista en Ambiente: “El año pasado 500 personas que
habían sido recomendadas no ingresaron al CONICET por falta de presupuesto y
este año ya hubo una limitante tanto en algunos lugares como también en las
temáticas. Entonces, vos formaste siete años a alguien en tu tema, en tu grupo,
se capacitó, se doctoró y se termina yendo a dar clases en la secundaria. Se
termina yendo del sistema, así que estamos invirtiendo plata en su formación y
después no lo tomamos, es un recurso humano formado que hace otra cosa y se
pierde para lo que fue formado”.
Emiliano Sacci, investigador del CONICET y docente del Centro Universitario Regional Zona Atlántica (CURZA), calificó que los recortes a la ciencia “significan dilapidar recursos del Estado” y la formación de los científicos “la vamos a regalar tanto a instituciones públicas del exterior como al sector privado” de modo que “formamos recursos humanos, a otros estudiantes y si destrozamos el sistema científico también estamos destrozando el sistema de educación superior a nivel nacional”.
En cuanto a la falta de inversión en el área, Sacci precisó: “Creo que no es un
menosprecio particular por la ciencia, hay un menosprecio generalizado a lo
público, no solo al Estado, sino a lo público, a las universidades públicas, al
sistema científico público, a los organismos de control públicos como SENASA, a
los organismos de desarrollo público como el INTA. Básicamente, creo que es por
una idea muy errónea de que para conseguir el desarrollo de un país hay que
ajustar el déficit fiscal. Lo que el gobierno llama déficit fiscal es inversión
en conocimiento, en políticas sociales, en desarrollo y la inversión hace a la
autonomía de un país”.
En esa línea, apuntó: “Un país que vive de exportar commodities es un país que
no genera empleo, desarrollo ni condiciones de vida para su pueblo. Luchar por
un país que produzca su propia ciencia, que tenga sus propios organismos de
control y que defienda lo público como forma de organización y como forma de
producción es un país más justo”.
Becarios sin apoyo
En medio de la protesta desarrollada en la Plaza San Martín dialogamos con becarios del CONICET que trabajan en Viedma para que relaten en primera persona lo que padecen.
Ailín Gallo, becaria e integrante del Centro de Investigación y Estudios de la
Dinámica Social (CIEDIS) de la UNRN, comentó en ese sentido: “La ciencia está
siendo atacada y los trabajadores que estamos haciendo ciencia estamos siendo
atacados” y añadió: “Lo que investigamos es sumamente importante para la
sociedad, tanto en las ciencias sociales como las naturales y las exactas,
todas están en relación con distintos sectores de la sociedad y tienen que ver
con pensar soluciones para ciertas problemáticas o al menos aportar
conocimientos a un campo específico”.
En cuanto a la precarización laboral, indicó: “Yo durante cinco años voy a
estar en una situación de becaria. Eso significa no tener un sueldo, sino un
estipendio por beca y cuando elegimos la investigación es un cargo exclusivo
que es compatible solamente con 10 horas de docencia, no es que podría
completar ese estipendio con otras actividades”.
Por otro lado, manifestó: “Una de las grandes preocupaciones en este momento,
con este Gobierno nacional, ha sido recortar la cantidad de becarios que
ingresan año por año. En el 2017 ingresamos muchos menos de los que venían
ingresando, ingresaron alrededor de 600 cuando el promedio era de 900. Y ahora
van a ingresar 450. Este es un recorte sistemático”.
Dianela Calvo, otra becaria del CONICET y licenciada en Ciencias Ambientales en la UNRN, mencionó que todas las temáticas que se están trabajando “son problemas concretos que están ocurriendo en la ciudad, en la zona a nivel social y eco sistémico natural”. “Nosotros acá en Viedma siempre estamos acostumbrados a ver que es una ciudad de funcionarios, que es una ciudad administrativa, pero la llegada de la universidad hizo que aparezcan más trabajos y son muy importantes”, resaltó.
A su vez, consideró que el menosprecio a la ciencia es porque “en todas las
cuestiones sociales que están ocurriendo ahora muchos investigadores salen a
dar su punto de vista, con hechos fehacientes de lo que está ocurriendo con
trabajo de investigación, con trabajo de campo y eso molesta. Los recortes
ningunean el trabajo que hacen los investigadores”.
Sobre los pañuelos negros, remarcó: “Es una iniciativa que viene desde hace
rato, que es un símbolo de que estamos en lucha y vamos a luchar por la
ciencia. Hoy en día se están usando mucho los símbolos con colores y cómo se
representan. El color negro es por una cuestión de que estamos mal y lo
empezamos a usar para que la gente realmente sepa cómo estamos, nos encontramos
como de luto”.